Aprender a controlar el estrés significa desarrollar estrategias que te permitan tomarte los retos de cada día con una visión realista. Implica ver los problemas en perspectiva en vez de ignorarlos y aprender en qué trabajar y qué es mejor dejar de lado. El día de hoy te queremos compartir algunas sugerencias que sabemos te ayudarán muchísimo:
Es difícil estar ansioso mientras hacés respiraciones profundas: al correr, pasear en bici, hacés una camita o una clase de Zumba. El ejercicio físico libera sustancias químicas en nuestro cerebro que nos ayudan a encontrarnos mejor.
Tómate tu tiempo para reflexionar un poco sobre tu día, cómo te está yendo. ¿En qué necesitás trabajar? ¿Qué es más urgente? ¿Disponés de tiempo para hacerlo?
Aprendé a analizarlos de una manera lógica: definí el problema, hacé una lista con las posibles soluciones y otra de los pros y contras de cada una. Evaluá estas ventajas e inconvenientes y seleccioná la alternativa más beneficiosa o menos perjudicial.
El sueño siempre es reparador cuando nos enfrentamos a una situación de estrés. Cuidá las condiciones de oscuridad y temperatura adecuadas en la habitación. Además, evitá realizar otra actividad en la cama, como ver el celular o la televisión, que te pueden llegar a desvelar.
Cuando sintás que no sabés cómo resolver un problema, pedí ayuda o consejo a las personas en quienes más confiás. Y ofrecete para apoyarles también: ayudar a los demás mejora tu propio estado de ánimo y reduce el impacto del estrés.
Si seguís sin ser capaz de manejar el estrés, solicitá ayuda profesional. Tu médico de cabecera podrá ayudarte a identificar el problema y derivarte a un especialista o terapeuta. Este te enseñará a modificar tus pensamientos y emociones y a desarrollar conductas que te ayuden a afrontar los problemas con una actitud más positiva.
Esperamos que estos sencillos, pero muy útiles consejos te sirvan para aplicarlos en tu día a día.