Como imaginarás este es un tema fundamental, ya que las personas no responden de la misma forma a una situación problemática debido a elementos como la estructura de personalidad, el desarrollo, la madurez y la etapa de la vida en la que se esté. Primero analizaremos qué suele dificultar nuestra toma de decisiones:
Según Lorena Nayeli Pérez Siordia, psicoterapeuta y docente “nos cuesta trabajo tomar decisiones porque hay riesgos en cada camino que elijamos y a nuestro cerebro le importa mucho que evitemos los riesgos”. Tomando en cuenta lo dicho, ella da 5 recomendaciones:
Nuestra mente necesita descanso y tiempo para acomodar la información y poder encontrar una solución, si es que hubiera que encontrarla. Tomate tu tiempo, no te apresurés a luchar contra la dificultad. Intentá observar la situación como si no te estuviera pasando en vos, convertite en el observador y tomá distancia.
Al darte un tiempo para reconocer tus ideas y sentimientos, estás ayudando a que tu mente haga su trabajo de manera natural por así decirlo.
La mayoría de las veces no existe una opción «buena» y otra «mala», “correcta” o “incorrecta”. Tendemos a pensar de forma polarizada. Considerá que el camino que elijás será el tuyo y cada decisión tendrá sus cosas buenas y sus cosas malas.
Realizar una lista de «Pros y Contras» es realmente útil. Escribirlo es además una buena forma de ayudar a nuestra mente a organizar nuestras ideas. Podés hacerlo, añadiéndole a cada argumento el peso emocional/subjetivo que tiene para vos ese argumento en una escala de 1 al 10.
Visualizarte en cada una de las posibles opciones es una excelente herramienta. Intentá imaginarte con todo el detalle que podás cada opción y cómo te sentirás si esto fuera un hecho.
Para finalizar recordá que tomar decisiones es parte del ser humano. Es importante reconocer que no existe una decisión “correcta” o “incorrecta”, sino decisiones adecuadas a tus valores, a tus objetivos de vida, pero sobre todo a tu contexto y circunstancias actuales.
Fuentes: