Detenete y pensá, ¿qué sesgos de género solés tener? Recargar las tareas del hogar, que los hijos son responsabilidad de la mamá, que trabajar con mujeres es difícil o que un hombre está más capacitado para ejercer un cargo de liderazgo, son algunos de los sesgos más comunes que, de manera consciente o inconsciente, se transforman en techos de cristal para las mujeres.
Antes de todo es importante entender que los sesgos inconscientes forman parte del ser humano, son los atajos mentales que usa nuestro cerebro para simplificar y procesar la información que recibimos y los aplicamos a todo cuanto nos rodea, por ello hay sesgos de distintos tipos, construidos sobre lo que vemos, la educación que hemos recibido o los valores socioculturales en los que hemos crecido.
Veamos algunos ejemplos de los más comunes y naturalizados dentro de las organizaciones.
- El sesgo de afinidad hace que hombres en posición de poder tienden a querer trabajar con otros hombres afines a ellos, limitando (de forma inconsciente) el acceso de las mujeres a puestos de responsabilidad.
- El sesgo de rendimiento hace que se valore el trabajo realizado por mujeres con criterios diferentes al realizado por los hombres, tendiendo a infravalorar el primero y sobrevalorar el segundo.
- El sesgo de maternidad hace que las mujeres que son madres se perciban como menos comprometidas con la empresa y sus responsabilidades dentro de ellas, puesto que se presupone que tienen menos interés en el trabajo y que, por tanto, no querrán adoptar mayores retos o responsabilidades.
- El sesgo de aprecio se relaciona con características como la asertividad, la contundencia, la exigencia o el ser dominantes. De los hombres se espera que tengan estas características, que, además, les cualifican como buenos líderes y generan una percepción más positiva de ellos. Sin embargo, cuando una mujer reúne estas mismas características, la percepción que se tiene de ella es más negativa, tildándola en no pocas ocasiones de agresiva o mandona, lo que genera desprecio entre el resto de miembros de la empresa.
Desafortunadamente las sociedades en las que vivimos suelen dividir a mujeres de hombres en dos ejes, donde atribuimos ciertas particularidades y cualidades a ambos. Un sesgo común hacia las mujeres es considerarlas “hormonales” o emocionales, mientras la neutralidad y la toma de decisiones son características que se atribuyen comúnmente a los hombres.
Lo cierto es que los sesgos de género siguen afectando al ámbito laboral, porque sigue habiendo prejuicios basados en estereotipos de género que aún no se han eliminado; porque hay profesiones que todavía están muy masculinizadas porque se piensa que las mujeres no pueden desempeñarlas, y profesiones muy feminizadas porque se asocian precisamente con las «aptitudes innatas» de las mujeres y, por tanto, no se ven como trabajos adecuados para los hombres.